El ladrón de rostros - Ibon Martín

Publicado el 17 de febrero de 2024, 11:25

TITULO: El ladrón de rostros

AUTOR: Ibon Martín

EDITORIAL: Plaza & Janés

AÑO DE PUBLICACION: 2023

Nº DE PAGINAS: 464

 

SINOPSIS

En Sandaili, una humilde ermita excavada en la roca, ha aparecido el cuerpo mutilado de una mujer asesinada mientras practicaba un antiguo rito de fertilidad. Su torso ha sido abierto y vaciado y las manos han sido colocadas a ambos lados de su abdomen en actitud de entrega. La escena reproduce, con macabra exactitud, las figuras de los apóstoles que Oteiza esculpió en la fachada de la basílica de Arantzazu. Las pruebas señalan que alguien realizó una copia de su rostro en el momento de su muerte.

Un peligroso asesino ritual ha nacido al abrigo de las verdes montañas que guardan desde tiempos inmemoriales los mitos y las leyendas de los vascos. Un enclave aislado, moldeado por el agua que ha dejado sus cicatrices en forma de desfiladeros majestuosos y profundas cuevas. Ane Cestero y la Unidad de Homicidios de Impacto emprenderán un viaje a las entrañas de la tierra donde se oculta lo más oscuro del alma humana.

 

OPINION

Comencé a leer a Ibon Martín desde que hace unos años me topé por casualidad con El faro del silencio, su primera novela, pues hasta entonces había sido un escritor de guías de viajes, especialmente de caminos y senderos vascos. Y desde entonces lo he leído todo de él, las cuatro primeras novelas publicadas con Travel bug y protagonizadas por Leire Altuna, y las tres que lleva publicadas con Plaza & Janés y cuya protagonista ha pasado a ser la agente de la Ertzainza Ane Cestero.

Y es que desde el principio me cautivó su estilo, no sólo por la ambientación que consigue en todas sus novelas, donde se nota claramente su pasado como escritor de guías. Escribe y describe una tierra que conoce como la palma de su mano y a la que ama profundamente, y eso como lector se agradece, pues logra envolvernos en esos montes y pueblos vascos, lo que ayuda a darle a sus novelas un “sabor” que va más allá de la simple narración de la historia que nos presenta, nos sumerge en los escenarios que recorren sus personajes. Algo similar a lo que comentaba cuando hice la reseña de La conjura de la niebla de Ángela Banzas.

En esta, su séptima novela, El ladrón de rostros, volvemos a reencontrarnos con los personajes que tan bien conocemos los que hemos seguido su trayectoria; Ane, Julia, Aitor, Madrazo, personajes que ya comienzan a resultarnos entrañables, pues cada uno de ellos arrastra su propia historia, de las que el autor nos va dejando retazos, ayudando con ello a crear una clara empatía entre el lector y los personajes.

Y de nuevo nos involucra en una serie de asesinatos, cometidos en plena pandemia y que ponen patas arriba la vida de un pequeño pueblo de los montes vascos. Es curioso comprobar como por desgracia, la denostada pandemia empieza a tener su cuota de protagonismo en la literatura, como no podía ser de otro modo.

En esta novela especialmente, al menos no recuerdo que lo hiciera de manera tan acusada en las anteriores, Ibon Martín compone la narración a base de capítulos cortos, que, especialmente en los capítulos finales, se vuelven más cortos aún, y con ello consigue darle un ritmo muy ágil y rápido a la narración, lo que me parece un acierto. Todo ello sin llegar a un clímax frenético final en el momento crucial del desenlace, lo que también me parece un acierto, pues ese empieza a ser un recurso bastante manido ya.

Sí es verdad que un estilo tan directo tal vez vaya en detrimento del sabor literario de la obra, y que este tenemos que buscarlo más en la historia y en su ambientación que en la forma narrativa de la misma.

Como buena novela negra y de intriga que se precie, juega con el recurso de ir señalando a diferentes sospechosos a lo largo de sus páginas, manejando con maestría los intentos del lector por descubrir al culpable por anticipado conforme avanzamos en la lectura. Pero sólo cuando él lo considera oportuno, nos desvela casi de sopetón la identidad del asesino. Hasta ese momento, puede que alguien consiga averiguar quien es el culpable, pero será más producto del azar que por lo que el autor nos haya podido desvelar.

Junto a los protagonistas principales que ya he señalado anteriormente, y como suele hacer en sus otras novelas, nos incluye otra serie de protagonistas, autóctonos del pueblo donde sucede todo, que en determinados momentos van cobrando mayor o menor protagonismo y que llegan incluso a implicarse personalmente con los personajes principales de la trama, logrando una conjunción que hace que no se trate de una simple investigación policial, aunque no deje de serla evidentemente.

Es una novela bien escrita donde Ibon Martín demuestra una vez más que es un maestro del género, no adorna su narrativa con una prosa exquisita, pero tampoco encontramos ninguna frase o expresión que chirríe, por decirlo de alguna forma, cosa que sí nos sucede con algún que otro autor del género.

En definitiva, una vez más este autor es sinónimo de un buen rato de entretenimiento leyéndolo. Una buena lectura.

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